lunes, 15 de abril de 2013

El collar maldito de María Félix


Hay joyas famosas. Hay joyas polémicas. Hay joyas malditas. Y también está el collar de esmeraldas que le regaló Jorge Negrete a María Félix.

Ese collar lo regaló el Charro Cantor a María Bonita el día de su boda, en la ex Hacienda de Tlalpan, el 18 de octubre de 1952. Fue un testimonio de amor de 300 mil pesos. Las esmeraldas eran tan brillantes, como rutilantes las grandes estrellas de ese matrimonio.

Pero sucede que don Jorge Negrete ganaba mucho dinero, pero no era rico, por ser despilfarrador. Peso sobre peso lo gastaba a manos llenas.

El caso es que a finales de 1953, Negrete salió a cumplir unos compromisos artísticos en Los Ángeles, en contra de la opinión de su médico. El doctor le decía que no fuera, por cuestiones de salud. Pero Negrete estaba ahorcado en deudas, fue y al otro día paró en el hospital. Del hospital no saldría. María Félix llegó de París y estuvo junto a su esposo hasta su muerte, su regreso a México y los funerales apoteósicos.

Don Jorge Negrete, en su testamento, según los familiares, lo dejó todo a su hija Diana, menor de edad, bajo custodia de su madre Elisa Christy. El problema es que don Jorge no heredó más que deudas. Un montón. Incluida la que había adquirido por el collar de esmeraldas.

El hermano de Negrete, David, le reclamó a la Doña la devolución del collar, considerando que era injusto que los herederos cargaran con la deuda. Ahí empezó un largo litigio.

Como los familiares de Negrete no podían pagar la hipoteca de la casa de los papás de Jorge, la Félix los alivianó cubriendo la deuda. Para pagar la hipoteca, la Doña hipotecó la hacienda de Catipoato, la de Tlalpan, que era de su propiedad y era donde se había casado con Negrete. María  creyó así que se acabaría el pleito. Pero no. La demandaron.

“Aunque quiero mucho a Dianita”, dijo la Doña, “como viuda me corresponde la propiedad del collar.  Además, ya me encariñé con él”.

En 1954, cuando intentaba ir a París, la Félix fue detenida en el Aeropuerto, acusada de apropiarse indebidamente del collar. El juez había ordenado la entrega de la joya al albacea del testamento. Ni más ni menos que David Negrete.

María Félix obtuvo de inmediato una “suspensión definitiva en forma condicionada” de esa orden, mediante una fianza de 643,000 pesos.

Espero que hayan empezado hace rato a hacer cuentas.

El principio jurídico en el que se basó el abogado de la Doña fue “en materia de muebles, la posesión equivale al título”.

En octubre de 1955, el abogado de los Negrete, Arsenio Farell, logró revivir el caso del collar y volvieron a arraigar a María Félix en México Tres semanas después, la Doña pagó 150 mil pesos para que se le levantara el arraigo y pudiera ir a Paris, a ver a su amigo Berger.

En 1957, el asunto ya había subido al Tribunal Superior de Justicia, quien ordenó que María Félix devolviera el famoso collar de esmeraldas. El caso no se resolvió sino meses después. María puso medio millón de pesos en un fideicomiso a favor de Diana (no de los parientes) y retuvo el collar.

El escándalo fue tal que hasta se iba a hacer una película sobre el collar, con Ana Luisa Peluffo en el papel de María Félix. Pero la Doña impidió la filmación.

Cuatro décadas más tarde, la famosa actriz afirmó que el collar ya no era tal; que había mandado engastar las esmeraldas en otras joyas. A mí me dijo que estaban en el famoso collar de Cartier, formado por 525 gramos de oro, 1060 esmeraldas cacuchón y 1023 diamantes amarillos.

A la muerte de la diva, sorpresivamente, el testamento fue a favor de su empleado Luis Martínez de Anda, supuestamente ex pareja de su hijo Enrique.

Por supuesto, los familiares de la Félix –como en su momento, los de Negrete- hicieron de todo para hacerse de la herencia. Acusaron a Martínez de Anda de asesinato, y hasta lograron que se exhumara el cadáver de la actriz.  Nada pudieron probar. Entonces Martínez de Anda organizó tremenda subasta en Christie’s, para hacer líquidas las joyas y obras de arte de María Félix, que valían millones.

Resumiendo. A Negrete el collar le costó 300 mil pesos, que no pagó. A la Doña, un millón, 293 mil pesos, más gastos de abogado y una hipoteca. ¿Y quién terminó con las esmeraldas? Martínez de Anda. Nadie sabe para quién trabaja.

¿O las habrá gozado Enrique, combinadas con un suéter de cachemira gris perla?

De pilón, un video con las joyas de María Félix:









martes, 2 de abril de 2013

Juventino Rosas y la elite porfiriana


El gran compositor guanajuatense Juventino Rosas es el músico porfiriano que más ha trascendido a nuestros días.
 
Por la ausencia de una educación musical formal, Juventino Rosas tiene algo en común con otro gran compositor guanajuatense: José Alfredo Jiménez. Pero Juventino Rosas, como el gran Carlos Santana, venía de una familia de músicos populares. El papá de Juventino tocaba en una banda militar, porque peleó en las filas liberales, al servicio de don Benito Juárez. Luego hizo un conjunto prácticamente callejero con sus hijos. Con eso sobrevivían, pero no vivían.

La capacidad musical de Juventino lo llevo a trabajar  en la compañía de ópera de Ángela Peralta cuando él tenía quince años. Sobrevivió a la epidemia de cólera en Mazatlán, cosa que no logró la soprano.

Juventino buscó acomodo en varias bandas, pero ninguna pegaba, así que se enlistó en el Ejército para sobrevivir, pero no aguantó la disciplina. Solía escaparse a echarse unos tragos para olvidar el mal fario, hasta que una vez no regresó y desertó.

Luego se interesó en la cuestión social. El vals "Ilusiones juveniles", de Juventino Rosas fue escrito para la sesión inaugural de la Sociedad Mutualista Juventud Obrera. ¡Se trataba de ilusiones políticas! Démonos una idea de lo brillante que era don Juventino. Ese vals lo compuso a los 22 años. ¡Y no tenía estudios formales de música!

El principal éxito musical de don Juventino es el vals "Sobre las olas", intitulado originalmente "Junto al manantial". Dicen que la inspiración de don Juventino para ese vals, fue una joven, Mariana Carbajal, que lavaba la ropa en el riachuelo, allá por Contreras. Pero ni crean que Juventino Rosas fue un one hit wonder, como se dice hoy en día. Tuvo varias obras exitosas a nivel mundial.

Don Juventino Rosas era un gran compositor, pero pecaba de humilde, por su origen étnico y social. La elite nunca lo aceptó como uno de los suyos. También era malísimo para los negocios. Vendió los derechos de "Sobre las Olas" en 45 pesos (como $4500 de hoy) a don Agustín Wenger, que lo lanzó al estrellato –pero se quedó con las regalías.

El otro gran éxito europeo de Rosas fue "Ensueño seductor". El maestro de Santa Cruz no sólo compuso valses. También polkas, danzones y mazurkas.
La Alberca Pane

El instrumento que (mejor) tocaba don Juventino Rosas era el violín. Como les decía, don Juventino era muy modesto. Ya exitoso, fungía como director de la orquesta en la Alberca Pane. Nadar con música, con el violín de Juventino Rosas. ¡Eso sí que era un lujo!

La esposa del dueño de la alberca era doña Calixta Gutiérrez de Alfaro. En su casa, don Juventino Rosas amenizaba las tertulias de la elite. Era invitado, pero a chambear. Era una delicia escucharlo.

¿Ustedes creen que la alta sociedad porfiriana iba a aceptar a Juventino Rosas como uno de los suyos? Yo tampoco. Pues ya lo ven, estaba rete feo, pero era un artista de gran sensibilidad.

Ustedes conocen la trama de la peli "México de mis recuerdos", que me llevó a la fama y que tiene qué ver con  la historia de un vals de don Chucho intitulado "Carmelita"... pues don Juventino Rosas compuso un vals, "Carmen", en honor a doña Carmen Romero Rubio de Díaz. Este vals no sólo tuvo éxito en Europa. También consiguió que don Porfirio Díaz perdonara a Juventino de haber desertado del ejército.

Vals "Carmen", de Juventino Rosas

Ven que en la peli Lolita Menchaca sufre un montón por don Juventino, pero su amor los hace ganar. La realidad es que la pareja que ella hizo con Rosas tronó durísimo, debido principalmente a la afición del músico a los alipuces. Lo que sí es cierto es que Juventino Rosas le dedicó el vals "Dolores" a Lolita Menchaca.

He hablado recientemente de grandes artistas del porfiariato que murieron jóvenes. Jesús F. Contreras, a los 36 años; Julio Ruelas, a los 37. Pues Juventino Rosas fue un muerto todavía más precoz. Falleció en 1894, cuando estaba de gira, a los 26 años, en Cuba, de un mal hepático. Su fama fue breve; su sufrimiento, profundo; su pobreza, una constante. Se adelantó por un año al famoso Club de los 27. ¡Lo que le faltó por componer!



"Sobre las Olas"